Vivimos en una espiral de subida de precios que afecta a la mayoría de los ámbitos económicos y encarecen nuestro día a día. Los combustibles no están exentos de estas subidas, que vienen derivadas de los problemas desencadenados por la invasión de Rusia a Ucrania. Al mismo tiempo que esta guerra ha disparado los precios, también ha incidido en un aumento del número de gasolineras de bajo coste que se distribuyen por nuestro país. Las cifras hablaban ya en el último estudio de más de un 50% de puntos de repostaje low cost en España, una cifra que apenas llegaba al 20% en 2020.
Este tipo de gasolineras se han afianzado en nuestro paisaje de estaciones de servicio de manera que su atractivo a la hora de permitir mejores menores precios con un claro ahorro no parecen verse afectadas por otras circunstancias innatas como el autoservicio. En España, el porcentaje mayor de estaciones de servicio de bajo coste se presenta en Cataluña, Valencia y Madrid, aunque está aún distante de la presencia mayoritaria en otros países de referencia para el sector como los de la zona nórdica. Existen reclamaciones formales de las asociaciones de este tipo de puntos de repostaje que aluden a problemas en zonas determinadas donde las administraciones locales o regionales son más estrictas para su implantación.
Algunas firmas en expansión como Petroprix tiene prevista la apertura de una treintena de nuevas estaciones de servicio, lo que viene a mostrar el auge que viven estas instalaciones. Muchas de estas nuevas gasolineras incluyen importante novedades tecnológicas para atraer a sus clientes, desde la instalación de puntos de recarga eléctricos a cargadores ultrarrápidos.
Un estudio realizado por las estaciones de servicio low-cost hablan de que siete de cada diez conductores (69,6%) optan por repostar en ellas. El consumidor ya es consciente de que la base del combustible es la misma para todas las gasolineras ya que CLH o Compañía Logística de Hidrocarburos suministra los combustibles por igual a todas las estaciones de servicio. El combustible tiene una procedencia común: llegan desde BP, Repsol y Cepsa, cumpliendo los requisitos mínimos legales de la Unión Europea. La diferencia está en los aditivos añadidos tras investigación, que aseguran un mayor rendimiento o menor consumo. Cada marca tiene su propia fórmula secreta pero en el caso de las gasolineras low cost se consiguen mejores precios ahorrando en publicidad, en personal, en márgenes de beneficio o en investigación.