Dar cera, pulir cera. Es una famosa frase que está detrás de una práctica encaminada a tener el coche brillante como una patena. Para ello es necesario seguir unos puntos y contar con agua y jabón, esponja suave, paños de microfibra, cera para coche y pulimento.
Comenzaremos lavando el vehículo con minuciosidad para que quede impecable, sin rastro ni mota de suciedad ya que si queremos que la cera haga su trabajo este detalle es fundamental. Le damos una primera pasada de agua tibia y un jabón específico y usamos una esponja suave con la que frotaremos evitando arañar la pintura. Nos detendremos e todos y cada uno de los resquicios y rincones de la carrocería.
Enjuagamos nuestro automóvil con agua fría de manera que no quede ni rastro de jabón. A continuación realizamos un exhaustivo secado. Esto último no es un detalle nimio ya que si el coche no queda bien seco vamos a llevarnos una gran decepción con el resultado del encerado.
Nos ponemos en marcha con el proceso de pulido con el paño microfibra y una pequeña cantidad de pulimento. La vamos situando de manera uniforme sobre toda la carrocería mediante suaves círculos con los que el pulimento irá siendo absorbido por la pintura. Será el momento de pasar a la cera. También con un paño microfibra seco y por tramos pequeños vamos administrándola: capó, puertas, maletero… Usa la misma técnica y paciencia que con el pulimento, siempre en sentido de movimientos circulares. Verás como la cera se va adhiriendo a la pintura.
Transcurridos doce minutos pasamos otro paño de microfibra seco para que la pintura acabe de absorber la cera. Si tras esperan unos minutos le pasas un dedo a la carrocería y se desliza sin fricción es que te has convertido en un maestro de dar cera, pulir cera.